Opinión 16 junio 2025

Trump convence a la Bolsa y a los bonos, pero no al dólar y a la Fed

Aunque Trump lo haya presentado como un gran éxito, la letra pequeña del acuerdo alcanzado el miércoles entre China y Estados Unidos muestra que la posición negociadora de Estados Unidos no es ni mucho menos tan fuerte como se suponía. Más bien, el acuerdo y el pomposo anuncio posterior del mismo confirman dos cosas. La primera es que EE.UU. no es todopoderoso, sino que depende del resto del mundo casi en la misma medida en la que el resto del mundo depende de EE.UU. La segunda es que, en lugar de reconocer esa cruda realidad, Trump se ha instalado en su mundo paralelo, en el que lo importante no es la realidad sino la narrativa. Ese mundo en el que, como dicen los malos periodistas, no hay que dejar que la realidad te estropee una buena noticia, aunque sea falsa. 

Siguiendo ese patrón, Donald Trump, aseguró en su red social Truth el pasado miércoles que el preacuerdo firmado con China es magnífico para EE.UU. Nuestro acuerdo con China, afirmaba Trump, está cerrado. China suministrará por adelantado todas las tierras raras necesarias y nosotros les proporcionaremos la admisión de estudiantes chinos en nuestras universidades (¡lo cual siempre me ha parecido bien!). Obtendremos un total del 55% de los aranceles, mientras que China obtendrá el 10%”. Unas afirmaciones que no responden a la realidad, ni en lo que se refiere a los aranceles ni en lo que se refiere al suministro de tierras raras, materia en la que China se siente fuerte, y en la que solo ha dado una garantía de suministro con carácter temporal y limitado.

Las bolsas, siempre dispuestas a ver el ángulo positivo, aceptaron la versión “oficial”, y el S&P parecía directamente encaminado, al finalizar la sesión del jueves, a superar el récord histórico de los 6.147 puntos del pasado 19 de febrero, un récord que se habría superado el viernes de no ser por el inesperado ataque de Israel a Irán en la noche del jueves.

Pese al fuerte recorte provocado por ese ataque en la sesión del viernes, la caída semanal del S&P se ha limitado a un casi simbólico -0,39%, y la del Nasdaq a un también moderado -0,63%, muy apoyado por Oracle, que ha subido un impresionante 23,7% en la semana tras publicar sus resultados trimestrales. El Russell 2000 de compañías de menor capitalización ha logrado incluso subir en la semana, aunque solo un 0,15% y la peor parte ha sido para el Dow Jones, que ha retrocedido un 1,3% en las cinco sesiones. Las bolsas europeas se han comportado peor, con el Eurostoxx cayendo un 2,6%, el Dax un 3,2%, el Mib italiano un 2,9% y nuestro Ibex un 2,4%.

Los mercados de bonos también han “comprado” la narrativa de Trump. Las subastas de bonos de esta última semana han tenido bastante demanda y en los plazos de 20 y 30 años el tipo se mantiene por debajo del 5%. El tipo de interés del T bond (bono del Tesoro americano a diez años) llegó a situarse cerca del 4,3% antes del ataque a Irán, muy por debajo del 4,5% con el que inició la semana, y el ataque a Irán lo elevó hasta el 4,4% del cierre del viernes, todavía por debajo del de la semana previa. Es llamativa esa tranquilidad de los bonos pese a las crecientes voces que alertan de una posible crisis de deuda soberana en Estados Unidos tras haber dejado claro Trump, con la llamada Big and Beautiful Bill, que su Gobierno seguirá siendo el campeón mundial de la adicción al gasto público y a la deuda pública.

Da la sensación, por tanto, de que si excluimos el impacto del ataque a Irán, las bolsas y los bonos norteamericanos están tranquilos, confiados en que las negociaciones comerciales van muy bien y que Estados Unidos va a salir triunfante de las mismas, haciendo a América fuerte de nuevo y volviendo a atraer dinero hacia los activos norteamericanos.

Sin embargo, el dólar no ha respondido de forma tan complaciente al acuerdo comercial con China. Tras el anuncio, el dólar cayó hasta superar los 1,16 dólares y el ataque a Irán solo le hizo remontar hasta los 1,155 dólares por euro, pese a que normalmente el dólar se fortalece en situaciones de crisis geopolítica. La debilidad del dólar es la nota discordante y está señalizando que la desconfianza frente a las políticas de Trump no acaba de despejarse. En el mismo sentido, el oro ha subido con fuerza en la semana y ya se ha situado como segundo activo en las reservas de los bancos centrales, por delante del euro y solo por detrás del dólar.

Tampoco la Fed parece confiar del todo en esos mensajes triunfalistas detrás de Trump, y, como decíamos la semana, parece estar preparándose para una eventual crisis de deuda que pudiesen provocar las políticas de Trump, entre otras medidas, con la eliminación de los bonos del gobierno del cálculo del ratio de apalancamiento de los bancos, facilitando así a las entidades bancarias salir al rescate del Tesoro si fuese necesario. Esta semana se reúne la Fed y el mercado da por descontado que mantendrá los tipos de intervención, esperando a septiembre para la primera rebaja, pero lo importante será leer el comunicado y escuchar a Powell en la rueda de prensa para entender los motivos por los que la Reserva Federal está tan cautelosa a la hora de bajar los tipos, pese a los buenos datos de inflación. El pasado miércoles supimos que Ia inflación subió en mayo el 0,1% y anualizado el 2,4%, menos de lo esperado (se esperaba el 0,2%). La inflación subyacente subió 0,1% en el mes y 2,8% anualizado, frente a la estimación de consenso del 0,3% en el mes y el 2,9% anualizado.

Fed y dólar ponen así el contrapunto a las bolsas y a los bonos y nos recuerdan que hay numerosos factores de incertidumbre.

Esta semana, además de la ya mencionada reunión de la Fed, se publican el martes las ventas minoristas de mayo, que podrán confirmar o no la desaceleración del consumo y el lunes hay subasta de bonos del Tesoro americano a 20 años, que en principio debería cubrirse sin problemas. Pero la atención seguirá centrada en el conflicto con Irán y en las conversaciones comerciales sobre los aranceles.

Lo normal es que el impacto del conflicto con Irán vaya moderándose y que las bolsas sigan aceptando de forma complaciente la narrativa oficial sobre las conversaciones, pero seguimos pensando que la desaceleración del crecimiento responde a causas muy estructurales y que en un contexto de menor crecimiento es difícil que las bolsas puedan superar los máximos de forma sostenible.

 

Juan Carlos Ureta Domingo
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